Hola, soy el Gurú Súper Vago.
Hoy os voy a contar una historia épica. Bueno… más o menos. Todo empezó un martes. O miércoles. Bah, ¿quién recuerda los días?
Estaba yo tirado en el sofá, como todo sabio moderno, viendo vídeos de gatos que parecen entender más de la vida que yo. De repente, escucho un grito desde la calle:
—“¡Alguien ayúdeme! ¡Mi perro se ha subido al tejado!”
Mi primer pensamiento fue: “¡Este es mi momento! ¡Por fin podré ser útil!”
Mi segundo pensamiento fue: “¿Pero y si me caigo? ¿Quién me va a levantar? ¿Mi madre? Ni que viviera todavía con ella…”
Entonces hice lo que haría cualquier gurú ilustrado:
Me asomé por la ventana. Grité:
—“¡Tranquilo! ¡El perro es libre! ¡Déjale seguir su camino espiritual!”
Y cerré la ventana.
Luego me preparé un bocadillo. De nocilla. Sin pan. Solo la cuchara.
Moraleja:
No todos los héroes llevan capa. Algunos llevan pijama, o no llevan nada, y filosofan desde la cama.
Hasta aquí el cuento zen vagabundo de hoy.
Si te ha gustado, no hagas nada. Porque en SuperLazyGuru, menos es más, y más pereza es más sabiduría.
Namasté y siesta. 😴
– El Gurú que no salvó al perro, pero sí su espalda.
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