Todo empezó un martes cualquiera.
Nuestro protagonista, Javier, trabajador remoto, soltero crónico y orgulloso dueño de tres plantas que ya han muerto dos veces, tenía una videollamada con su jefe a las 10:00.
Pero Javier… se había instalado Tinder la noche anterior.
Y claro, confundió las apps. Cosas que pasan. A veces el destino no avisa. O sí, pero tú estás medio dormido.
A las 10:00 en punto, Javier se conecta.
Cámara encendida. Camiseta apretada. Luz romántica. Fondo de velas falsas.
Y dice con voz sensual:
—“Hola preciosa, ¿te gusta el vino o prefieres que te invite a mi casa directamente?”
Silencio.
En la pantalla… estaba su jefe.
Y detrás del jefe: el CEO de la empresa.
Silencio mortal.
Una voz muy seria dice:
—“Señor López… ¿se encuentra usted bien?”
Javier sonríe.
Pulsa el botón de cerrar.
Apaga el ordenador.
Quita el Wi-Fi.
Mira por la ventana.
Y susurra:
—“Creo que voy a volver a ser agricultor…”
MORALEJA:
No confundas el amor con el trabajo. Y menos si usas el mismo pijama para ambos. ❤️🔥💻
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